jueves, 3 de julio de 2014

DI VUELTA AL GRIFO, SE ABRIÓ EL CAÑO


No teme a la muerte porque es más fácil que la vida. Aún así decide vivir. Se ríe de la existencia y me hace llorar con el pasaje de uno de sus cuentos.

Ese, ubicado justo al medio quizás con la intensión de quebrar. Yo, que con todos los problemas y también con esas que hoy llamo virtudes reconozco como propio, como un poquito de pasado, como una posibilidad futura.
Respuestas que van antes de las preguntas, sábado, un colectivo suburbano en el asiento de la ventana, atrás y la izquierda. Tan temprano que abunda la lucidez. Un eco de ese sol ardiente que aún se resiste al invierno.
Las letras y la idea me tocan, me hago débil, una lágrima absurda y hermosa cae sobre las páginas de un libro que también ríe cuando me ve atrapada. La hoja que se humedece, cierro los ojos, olvido el recorrido de la lágrima y sigo leyendo.
Caigo en cuenta, pero ya es demasiado tarde. De nada vale que busque los lentes de sol, ya estoy al descubierto de mi misma. No hay nada para esconderse. 
Que ganas de tener la regla para tener a quién echarle la culpa. Que mierda descubrir que es sólo poesía que el sol te seca las lágrimas.
Caigo aún más fuerte y quiero dejarme ir en llanto, por eso de la idea sanadora, y porque siempre me costo llorar, y porque qué carajo ya estoy en trance. Pero era tarde, demasiado tarde. El cuento había terminado.


A Zito y a sus ganas

1 comentario:

Zeta dijo...

Gracias Rochy!