martes, 12 de mayo de 2009

MOMENTO Y MONUMENTO

Lo he descubierto. En realidad no lo buscaba , pero bien encontré. Mi momento del día es la hora gris.

Sí, la hora gris. Aunque no lo creas, cada día tiene su hora gris. Ese momento en que no sabes si es de noche o de día.

Aquí pasa como a las 5:40 de la mañana, y se prolonga hasta,más o menos, las 6:10.

Ahora, intento estar, justo a esa hora, en ese transe sublime entre dormida y despierta, donde siento todo como en otra dimensión. Los movimientos son lentos pero intensos, y percibo cada roce del cuerpo con cualquier materia inanimada, o animada, aún más que en cualquier otro momento, por más lúcido que sea.

Ese el instante del día que más disfruto, parece mentira, pero es el lapso más inconsciente que tengo concientemente, y no es filosofía barata, lo juro, pero esa sensación solo la vivo durante la hora gris.

Puedo lograr abrir los ojos sin tener el sol dentro de ellos quitándole días de vida a mis retinas. Tampoco siento esa sensación de ceguera voluntaria que me da la noche. Puedo decirlo más fuerte, pero no más claro. 

Es así, gris. Gris como los días de invierno en Londres, gris como el cielo de Tokio, como el fastidio. Gris.

Justo en ese momento (vuelvo y repito) entre dormida y despierta, pienso en cosas raras, pero interesantes. Cosas que luego (si me desato) puedo volver sueños, alegando que en ese momento no controlo mi nivel de conciencia. Son minutos para volar y volarme, para inventar, meditar, experimentar, para morir y volver a nacer.

Cooo…sonó el despertador. 


No hay comentarios: